Centros Regionales y Jerarquía
A partir de los datos obtenidos se plantean consideraciones relacionadas a la aparición y consolidación de centros de poder tempranos en la península de Osa y el papel de ciertos objetos como bienes de rango o prestigio. Asimismo, la relación de las ocupaciones tardías de la península de Osa, y su producción metalúrgica, con zonas vecinas como el delta del Diquís y el golfo Dulce.
El conocimiento de las ocupaciones precolombinas de la península de Osa es incipiente. Para el período Aguas Buenas, Cantarero se suma a otros centros principales a nivel regional que se consolidan hacia la parte tardía (400-800 d.C.) entre los que se cuentan Barriles en las tierras altas de Chiriquí, Bolas en la cuenca media del Térraba y El Cholo en la parte alta del valle de El General. Al igual que en esos sitios se han registrado montículos, algunos con muros de cantos rodados, y plataformas bajas asociadas (Rosenthal 1980, Palumbo 2009, Palumbo et al 2013, Herrera 2015, Corrales 2017b). Pejeperrro, a su vez, se vislumbra como otro centro principal, en el lado externo de la península.
Aun cuando en Cantarero no se han registrado elementos escultóricos como “barriles”, esferas o estatuas antropomorfas, la presencia cercana de sitios pequeños sin estructuras se ha considerado una señal de jerarquización territorial, como en el caso de otros centros principales como Barriles y Bolas.
Habrá que analizar más si Cantarero se ubicaba en una escala inferior de jerarquización o hay una diferencia temporal. En la vecina zona de Golfito se han registrado ambos artefactos en sitios de este período (Hoopes 1994), por lo que las ocupaciones de esta fase en la península deben verse en un contexto más amplio que abarque el Golfo Dulce y la Isla del Caño.
La ubicación geográfica de Bolas y Cantarero sobre filas montañosas con amplia visibilidad podría relacionarse a aspectos defensivos, pero el tema del conflicto ha sido mínimamente estudiado. Otra alternativa es que el asiento de Cantarero obedeciera a una cuestión de seguridad ante las avenidas del río Tigre que en la época lluviosa pueden ser muy agresivas. Un elemento llamativo es que, a pesar de encontrarse en una zona de arenas auríferas, no se tiene evidencia directa en este período del uso del oro para ornamentos u otros fines. Este si sería aprovechado ampliamente después del 700/800 d.C.
Se proyectan nuevas temporadas de investigación en las zonas de río Tigre y Pejeperro con objetivos relacionados a la aparición y consolidación de centros de poder tempranos y el papel de ciertos objetos como bienes de rango o prestigio.
Materiales recuperados del período Aguas Buenas
Se observan variantes en el complejo cerámico, en términos de formas y decoraciones dominantes, con respecto a sitios en otras zonas de la Gran Chiriquí. Se han postulado distribuciones territoriales y temporales restringidas para tipos como Bugaba Esgrafiado y Quebradas Inciso. En Cantarero, Bugaba está presente de manera significativa, así como la variedad simple de Quebradas, la cual es el tipo mayoritario, pero Corral Rojo, y sus bordes carinados, es poco frecuente. Destacan las representaciones zoomorfas en los tipos Bugaba y Guarumal. En estudios posteriores se debe poner atención a esta situación para proponer posibles distinciones espaciales y temporales y las causas que las originaron.
También es notorio la poca cantidad de artefactos líticos y ausencia de evidencia de manufactura, lo cual hace pensar que los pobladores de Cantarero habrían obtenido objetos como las hachas pulidas por medio del intercambio regional. La presencia de un afilador sumamente usado podría deberse al continuo afilamiento de un bien escaso. Para Drolet (1983) y Palumbo (2009) la producción controlada de hachas de piedra y la producción o adquisición de bienes de prestigio habrían sido claves en el desarrollo o persistencia de una economía cacical. Este es un postulado aún por evaluar en la península.
Subsistencia
A pesar de la falta de metates, manos de moler, y otras herramientas ligadas a la agricultura en Cantarero y sitios asociados, esta no se descarta. Para el período Aguas Buenas se propone una agricultura que continuaba antiguas prácticas donde el maíz y la yuca se complementaban con raíces y tubérculos, así como árboles y palmas (Dickau 2010) y se han propuesto variantes regionales para la importancia del maíz (Drolet 1983, Linares y Ranere 1980). En sitios costeros, como los ubicados por Hoopes (1994) en Golfito, el uso de recursos marinos y de manglar fue extenso y habría complementado la agricultura. Para entender mejor los patrones de subsistencia por zona, es necesario realizar análisis paleobotánicos en los instrumentos de la época, dada la mala conservación de las muestras macrobotánicas.
El modelo de radiaciones adaptativas
La nueva evidencia también confronta el modelo de radiaciones adaptativas propuesto por Linares y Ranere (1980). La presencia de cerámica Aguas Buenas en casi todas las zonas de la Gran Chiriquí, refleja que la población originaría no se desplazó desde las tierras altas de Chiriquí hacia las costas luego del 600 d.C., como propusieron ellos, si no que existieron poblaciones asentadas desde mucho antes en diversos lugares a ambos lados de la cordillera. Esos lugares habrían continuado siendo ocupados en el período Aguas Buenas (Corrales 2017b).
Oro y relaciones regionales en el período Chiriquí
Con respecto al período tardío, Chiriquí, la abundante presencia de oro en la zona de Dos Brazos de Río Tigre, pudo ser una razón parar la concentración de asentamientos registrados en sus alrededores, ya que en la conjunción de ríos se deposita más oro. La península de Osa fue el principal productor de oro y el sur de Costa Rica llegó a ser uno de los centros de manufactura de objetos de metal y desarrolló estilos propios luego del 700/800 d.C. (Fernández y Quintanilla 2003).
Sin embargo, llama la atención que los reportes verbales de objetos precolombinos de metal para la zona de Río Tigre indican que estos son de tamaño pequeño.
Adicionalmente se puede mencionar que en los registros del Museo del Oro hay varias piezas cuya proveniencia geográfica es de lugares en la península, como Carbonera, Agujas, Playa Madrigal y Puerto Jiménez. Sin embargo, estos representan menos del 2% del total de piezas de la colección (Aguilar 1972).
Los españoles, en el siglo XVI, mencionaron que los poderosos caciques del interior (delta del Diquís y la cuenca media del Térraba) tenían por heredad ríos con oro en lugares distantes y mantenían disputas constantes por el control de esas fuentes, al punto de generar despoblamiento de ciertas zonas (Vázquez de Coronado 1976). Dichos ríos podrían corresponder con los de la península.
Asimismo, es llamativo que en los registros de oro colectado por los españoles se indica una mayor cantidad dada o arrebatada a los cacicazgos de tierra adentro que a los de alrededor del golfo Dulce. Así, zonas como el río Tigre pudieron ser proveedores de materia prima más que ser centros de manufactura. La relación de las ocupaciones tardías de la península de Osa, y su producción metalúrgica, con zonas vecinas como el delta del Diquís y el golfo Dulce es un tema a continuar estudiando.
RELACIÓN CON LA COMUNIDAD
A partir de la situación de alteración del sitio Cantarero se realizó un acercamiento con la comunidad de Boca Gallardo, el poblado más cercano, para trabajar en conjunto en plan para la conservación y el manejo del sitio y su integración en iniciativas de turismo regional.
Los habitantes del lugar crearon una Asociación de Desarrollo Integral y han participado en las investigaciones que se ha realizado.
Las personas del lugar visitan el sitio para enseñarlo a amigos y visitantes que se han enterado de su existencia. En el quiosco de la plaza del lugar un mural pintado por jóvenes informa de la existencia del sitio. Con estas acciones se busca que el patrimonio arqueológico pueda ser un motivo de orgullo e identidad, pero también una posibilidad de beneficio comunal.