La expresión artística de las vanguardias de finales del siglo XIX y posteriormente del XX estuvo vinculada a diversos postulados estéticos. En relación con el arte abstracto destacamos la defensa de la pintura como invención plástica y no imitación del mundo natural, según expresó el mismo Manuel de la Cruz González.
La Generación de los años treinta descubrió a partir de las vanguardias europeas que el arte puede expresar el estado del espíritu subjetivo que las cosas evocan, más allá del aspecto de los objetos en el mundo natural (Barquero, 1986). Sin embargo, señala Carlos Guillermo Montero (1986), con respecto a la obra de Pablo Picasso, que el mismo fue asimilado en el medio costarricense como un artista clásico y monumental, como se manifiesta en la obra de Max Jiménez (n. 1900- m. 1947) y en la escultura Maternidad del año 1935 de Francisco Zúñiga (n. 1912- m. 1998). Por tanto, el cubismo y otras tendencias posteriores al expresionismo escasamente estuvieron en contacto con las artes visuales costarricenses, de ahí la novedad que significaron las tres exposiciones de arte abstracto en el Museo Nacional de Costa Rica.
Los tres artistas recién llegaban de sus estancias en el extranjero, esta experiencia amplió sus horizontes plásticos y sus exposiciones en 1958 les permitieron compartir los conocimientos adquiridos con el medio artístico costarricense (Zavaleta, 1994).
Manuel de la Cruz presentó 10 años de pintura: homenaje a Cuba y Venezuela, como un recorrido por su obra pictórica desde el objetivismo de tendencia naturalista, cubista y expresionista hasta la abstracción (La Prensa Libre, 1958). Las obras abarcaron desde los años previos a su partida a Cuba hasta su regreso a Costa Rica, al incluir su laca San José No. 1 (1958, laca sobre madera, colección MBCCR) de la serie abstracto-geométrica Espacio Color. De esta pintura la prensa destacó lo siguiente: De gran brillantez cromática, con predominio de los negros, amarillos y rojos, este cuadro representa en forma clara y contundente la perfección matemática y la absoluta simplicidad de la geometría espacial que predominan en la actual tendencia estética de González. El ritmo y la armonía musical de la composición son evidentes en todos los trabajos en laca que se exponen en esta interesante muestra (1958).
El catálogo de la exposición 10 años de pintura: homenaje a Cuba y Venezuela incluyó la cita de Oscar Wilde (1854-1900): El arte comienza donde termina la naturaleza. Esta mención se considera una reiteración de su postura expresada en 1956, respecto a la pintura como una invención plástica y no una imitación del mundo natural. Esta premisa la mantuvo no sólo a través de los años sino también en los distintos estilos que trabajó simultáneamente, con especial interés en su obra abstracto-geométrica.
El cuadro tridimensional propio de los conceptos estéticos del Neoplasticismo ofreció al pintor un nuevo ámbito de expresión. Esta integración del relieve al campo pictórico ofrecía una realidad constante, una verdadera tercera dimensión de formas y colores que rima de manera efectiva con los fines artísticos y el culto por la verdad que caracteriza nuestra época, conquistando para la pintura un nuevo e insospechado medio de expresión de valor incalculable (González, p. 7), según expuso en su artículo El cuadro tridimensional. El cuadro objeto de 1958 para la revista Brecha. Para el pintor costarricense la liberación de la abstracción, que procuró en sus lacas sobre madera expuestas a partir de 1958 en Costa Rica, eran obras autónomas en constante reintegración cósmica, porque se han liberado de lo decorativo para manifestar la necesidad interior del pintor, por medio de elementos intrínsecamente plásticos: la nitidez de sus formas, la claridad vibrante de sus colores puros y el encanto orgánico de sus texturas.
GRUPO 8
Manuel de la Cruz González compartió más adelante sus posturas intelectuales con sus compañeros del Grupo 8 (1961): Rafael Ángel García, Harold Fonseca (n. 1920-m. 2000), César Valverde (n. 1928- m. 1998), Luis Daell (n. 1927- m. 1998), Néstor Zeledón Guzmán (n. 1933), Guillermo Jiménez (n. 1922- m. 1988) y Hernán González (n. 1918- m. 1987), quienes también defendieron el arte como una búsqueda inagotable, según se desprende de un fragmento del manifiesto de la agrupación: El arte es vida. Y la vida es un fenómeno de cambio. En el arte percibimos una ruta cierta: la realidad interior de cada hombre, su intuición estética y su libre conciencia creadora (Grupo 8, 1961).
La incomprensión del medio costarricense hacia las tendencias vanguardistas, sobre todo el arte abstracto, motivó a los artistas a agruparse. Junto al Manifiesto que publicaron en la revista Brecha, ese mismo año organizaron su primera exposición en Las Arcadas. Esta exhibición dejó de manifiesto el conglomerado de corrientes vanguardistas que expresan las inquietudes estéticas de cada uno de los integrantes de la agrupación (Zavaleta, 1991).
El Grupo 8 pese a su disolución en 1963, logró su objetivo de inquietar el ambiente para estimular toda forma de originalidad creadora (Grupo 8, 1961, p. 25). Las polémicas, crítica de arte, certámenes y exposiciones, entre otras actividades en torno a la agrupación fueron el impulso que reactivó el medio artístico costarricense. Entre sus actividades destacan los Festivales Anuales de Artes Plásticas, las exposiciones individuales que patrocinaron a jóvenes artistas como Lola Fernández, Carlos Poveda, Guillermo Combariza y Ricardo Ulloa Barrenechea, así como su colaboración en la Exposición de pintura y escultura de 1962, que presentó el MNCR (Diario de Costa Rica, 1962).
EXPLORACIÓN ESTÉTICA
En los años sucesivos, Manuel de la Cruz González continuó la labor de divulgación en favor de la exploración estética, principalmente a través de la Dirección General de Artes y Letras, adscrita al Ministerio de Educación Pública y bajo la dirección de Rafael Ángel García, así como la organización de premios de estímulo para las artes y con el Grupo Taller dirigido por González como maestro y precursor de una generación de artistas jóvenes (Zavaleta, 1991). El dinamismo de la agrupación quedó patente en sus pinturas, las discusiones que organizaron sobre arte y sus exposiciones. El objetivo era pintar por medio de una exploración de los lenguajes plásticos del siglo XX y de esa manera contribuir al mejoramiento y desenvolvimiento de la pintura costarricense (Pinto, 1983).
González presentó en 1966 la conferencia Notas para una historia de la pintura moderna en Costa Rica, organizada por la Asociación Amigos del Museo (Museo Nacional de Costa Rica), esta institución en conjunto con otros espacios operaba como un importante centro de difusión para la cultura. Particularmente, el Cuartel Bellavista tras su remodelación en 1948 cedió su connotación castrense para posicionarse como símbolo de la dinámica que el museo ofrecía al ambiente cultural del país. Esta apreciación se desprende de la nota periodística publicada en 1967 por Margarita Bertheau, pintora y profesora de la Universidad de Costa Rica, en la cual describe al Cuartel Bellavista como el contenedor de un jardín, rodeado por corredores con esculturas, desde donde se contemplaba la ciudad y se accede a las salas de arqueología, zoología y botánica. Agrega que el MNCR ofreció la primera Galería de Arte que funcionó sistemáticamente por un periodo prolongado, en la que exponían tanto artistas nacionales como internacionales.
Durante la década de 1960, González expuso constantemente en muestras individuales y colectivas, formó parte de las discusiones sobre arte que se publicaron en la prensa nacional y era usual su participación diversos eventos culturales. Fue miembro del jurado seleccionador para Costa Rica en el certamen regional convocado por la Standard Oil S.A en 1964, junto a Francisco Amighetti (n. 1907- m. 1998) y Juan Portuguez (n. 1909- m. 1999) (Borrasé, 1964). En 1965 expuso en la Dirección de Arte y Letras un conjunto de diez lacas que formaban parte de sus últimos trabajos vinculados a la construcción pura (La Prensa libre, 1965). En estas obras alcanza una composición armónica basada en el despojo, según el crítico de arte Juan Bernal Ponce (2000). Este último alude a la síntesis que logró González en sus obras abstracto-geométricas, al eliminar la estructura lineal, la ilusión de profundidad, reducir la cantidad de elementos y simplificar las composiciones.
Las últimas pinturas abstracto-geométricas realizadas por Manuel de la Cruz González fueron expuestas en el Salón de Honor de la I Bienal Centroamericana de Pintura en 1971, convocada por el Consejo Superior Universitario Centroamericano y organizada por el Ministerio de Cultura (CSUCA, 1971). A este conjunto corresponden Negro interrumpido, Amarillo continuo, Blanco Interrumpido y Síntesis de ocaso. Los otros integrantes del Salón de Honor fueron Francisco Amighetti, José Mejía Vides, Rodrigo Peñalba y Antonio Velásquez.
I BIENAL CENTROAMERICANA DE PINTURA
La I Bienal Centroamericana de Pintura significó un punto de inflexión para el ambiente artístico costarricense, ante el resultado del evento que declaró desierto el premio nacional para El Salvador, Honduras y Costa Rica.
El jurado compuesto por los artistas Fernando de Sziszlo, José Luis Cuevas y la crítica Marta Traba expresó: Lo definitivo es que los artistas asuman conciencia de que los objetos que produzcan no tienen otra posibilidad de existencia que insertarse en una realidad y representarla verídicamente (en Marín, 1971). De acuerdo con el jurado las obras de los costarricenses no expresaban contenidos vinculados con el contexto nacional o latinoamericano, y pese a la calidad técnica el lenguaje moderno correspondía a un empleo superficial de recursos ya empobrecidos por el uso excesivo (Traba, De Szyszlo y Cuevas 1971: 25). Esta postura evidencia la influencia del pensamiento de Traba quien consideró a los artistas latinoamericanos vinculados a las vanguardias norteamericanas y europeas en desconexión con los medios donde viven y en consecuencia carentes de poder de comunicación en sus obras (Traba 2005: 225).
En el panorama cultural costarricense el fallo generó opiniones encontradas. En textos especializados ha sido interpretado como una reacción en contra de la pintura abstracta, derivando en la consideración de la neofiguración como oposición a la penetración cultural por su vinculación con el contexto latinoamericano (Montero, 1986).
La discusión también provocó una reacción en torno a las implicaciones de un arte comprometido en detrimento de la sentencia del arte por el arte vinculado al lenguaje visual de las vanguardias de finales del siglo XIX y principios del XX. El pintor César Valverde (1971) se opuso a que el arte se limitara a temas locales, regionales o situaciones específicas del espacio-tiempo, y posteriormente Manuel de la Cruz agregó al respecto: Eso es una idiotez, porque el arte cumple su función social con ser arte y no cartel o afiche. El arte purifica el alma de la humanidad, eleva el alma de la gente (en Pinto, 1983).
Finalmente, la participación de los costarricenses Rafael Fernández (n. 1935 – m. 2018), Lola Fernández, Jorge Gallardo (n. 1924- m. 2002), Ricardo Morales (n. 1935-m. 2016), Cesar Valverde y Jorge Manuel Vargas (n. 1942) en la I Bienal Centroamericana de Pintura fue considerada por algunos, entre los que destaca González como pobre, desarticulada y confusa en comparación con el aporte guatemalteco homogéneo y técnicamente consistente que le valió el premio a Luis Díaz (n. 1952) por la obra Guatebala. El desinterés por demostrar una toma de conciencia sólida y sabia ante los problemas plásticos que encontró González en los costarricenses, en su opinión estaba vinculado a las carencias del medio para comprender y apoyar los impulsos renovadores de los que depende el arte para subsistir (González, 1972).