González se consideró a sí mismo en una búsqueda constante, por lo que exploró distintas soluciones plásticas, entre ellas la abstracción.
Manuel de la Cruz González se dedicó, aunado a su producción pictórica, a escribir y divulgar el sustento teórico de sus soluciones abstracto-geométricas, a través de publicaciones, conferencias y en su labor docente, como profesor del Centro de Bellas Artes en Maracaibo. El arte abstracto, realidad de nuestro tiempo (1956) es un artículo escrito en esa ciudad y publicado en la revista Brecha. Este espacio le permitió proyectar en el ambiente josefino su posición sobre el arte no figurativo y las posturas estéticas vinculadas. En el escrito se refiere a la abstracción como afirmación de las eternas verdades estéticas, un arte universal de verdadera creación que elimina todos los elementos extraños a la plástica misma: El arte no figurativo plantea como primer intento la sustitución de la mera reproducción del objeto, por la creación de un nuevo objeto, un objeto más, de características intrínsecamente plásticas (González, p. 8, 1956, Brecha).
En sus postulados encontramos puntos de coincidencia con el pensamiento y las propuestas artísticas de los precursores europeos de la abstracción, entre ellos Piet Mondrian (n. 1872- m. 1944) y Kazimir Malevich (n. 1879- m. 1935), a su vez influenciados por Vasili Kandinsky (n. 1866- m. 1944), el cubismo analítico y el resurgimiento de un misticismo neoplatónico. González también estuvo en contacto con artistas venezolanos recién llegados de Europa como los integrantes del grupo Los disidentes. Estos artistas en general insistieron en la superioridad del arte abstracto por estar más próximo a la verdad, puesto que naturaleza, realidad y arte son sencillamente diferentes (Triana, 2010).
González (1956) explica que el número, y en su encajamiento formal la geometría, hicieron viable la necesaria substitución del objeto en la plástica, como manifestación y vía de conocimiento de la verdad. En su opinión la no figuración era la auténtica representación de la realidad de la época, desde la geometría cerrada y de formas simples en las obras de Malevich y Mondrian, los automatismos próximos a las composiciones musicales de Kandinsky, hasta lo abstracto emocional de Joan Miró (n. 1893- m. 1983) y Paul Klee (n. 1879- m. 1940).
ARQUITECTURA, MÚSICA Y ARTE NO FIGURATIVO
La arquitectura y la música fueron otros de los acercamientos que condujeron a Manuel de la Cruz hacia el arte no figurativo, de acuerdo con la historiadora del arte Ana Mercedes González (2010). El vínculo entre la música y las artes visuales interesó a teóricos y artistas desde la filosofía griega, hasta científicos y filósofos de los siglos XVII al XX (González, 2012).
Los artistas abstractos de inicios del siglo XX valoraron la condición ‘sinestésica’ de la música, entiéndase el fenómeno en el cual se estimula uno de los cinco sentidos y la sensación se percibe en otro (Moliner, 2018). En este aspecto el fenómeno más sobresaliente es la analogía entre los sonidos o notas musicales y los valores pictóricos, un proceso de creación al que González aspiró (Triana, 2010).
La experimentación con las posibilidades ‘sinetésicas’ de los pintores de vanguardia del siglo XX, sumado a la manifestación no-figurativa de la música, hicieron eco en el pensamiento y la obra plástica de González, quien afirmó: Frente al arte abstracto hay que mantener la misma actitud que ante una sinfonía: si aquí nos dejamos llevar por los sonidos, ante la tela abstracta debemos entregarnos simplemente a los colores, como nos entregamos a la contemplación de un atardecer, de un celaje (González, 1955, tomado de Triana, 2010).
El postulado sobre el arte como integración cósmica que defiende González procede de una antigua tradición esotérica. Los neoplatónicos transformaron la teoría artística de Platón, quien se refería a la belleza absoluta de las figuras geométricas como formas puras e inteligibles dirigidas a la razón, hacia una interpretación positiva del arte. Por medio de la asociación de la música y la arquitectura con las matemáticas como reflejo de la constitución de las leyes del universo. Esta vinculación es extensiva a la pintura no objetual cuya creación pretende una analogía con las composiciones musicales, a través de principios compositivos como: proporción, ritmo y armonía; que apreciamos en sus pinturas abstracto-geométricas entre ellas Amarillo continuo de 1971, colección del Museo Nacional de Costa Rica -MNCR- (Ulloa, 2009).
A propósito de las correspondencias musicales es interesante la apreciación que ofrece el historiador del arte Carlos Guillermo Montero, al señalar que aún en sus abstracciones Manuel de la Cruz se muestra latino, sus concretismos rítmicos espaciales van de la percusión a Bach, creando estructuras plásticas o “correspondencias” a lo musical; en su arte la geometría y el intelecto trascienden la naturaleza, brindando el espíritu primitivo ese sedante de la razón (p. 2D, 1986). La reflexión recoge el largo camino del arte no figurativo con el que González pretendió integrar al espectador con el cosmos indestructible e infinito, ya que adoptó la creencia de que el universo en su esencia está regido por un orden que se manifiesta en la geometría, como él mismo afirmó en la conferencia El arte como integración cósmica que dictó en el Centro de Bellas Artes de Maracaibo en 1957.
Los primeros discursos que presentó a su regreso a Costa Rica tuvieron un carácter metafísico acentuado, influenciado por su estancia en Venezuela; con el tiempo los dirigió hacia una constante defensa y promoción de las diversas tendencias artísticas contemporáneas (Triana, 2010). En el mes de junio de 1958, el MNCR ofreció el espacio para la conferencia Vistazo sobre el Arte Abstracto, en la cual González abordó el concepto moderno de la integración y síntesis de las artes (La Nación, 1958). Esta fue una de las varias presentaciones que acompañaron los numerosos artículos que escribió, consecuente con su interés por divulgar la abstracción geométrica, los fundamentos teóricos y filosóficos de su obra, así como su apreciación sobre la pintura costarricense.