La gente acarreaba los productos de pesca, cacería y recolección de moluscos y otros bienes hasta las áreas de habitación donde eran procesados. Los desechos se arrojaban en las cercanías de las casas, formando los llamados concheros. Además de los remanentes orgánicos de alimentos no consumidos, se botaban objetos de cerámica y lítica quebrados en desuso.
Limpieza superficial de un montículo de conchas en Jícaro. Fotografía: Felipe Solís.
En general, los estudios han comprobado que los moluscos, después de ser llevados completos hasta el asentamiento, eran sancochados en grandes vasijas con agua hirviendo, lo que facilitaba su separación de la concha (la mayor parte de las conchas están completas, lo cual indica una técnica de extracción no invasiva).
Idealización del proceso de sancocho de los moluscos para su separación de las conchas. Fuente: Al reencuentro de los ancestros. Anayensy Herrera V. 2005.
Escasos ejemplares de conchas, especialmente de piangua (Anadara multicostata), presentaban señales en su margen ventral (lado de las conchas que se abre cuando está en vida el molusco) de que habían sido abiertas a golpes. Posteriormente, la concha era desechada, o tal vez “reservada” en los concheros desde donde podía ser recuperada para la confección de instrumentos.
Muestra de una de las pocas conchas (en este caso piangua) que presenta evidencia de apertura mediante golpes en su margen ventral. Fotografía: Felipe Solís.