La cerámica es el material más abundante en los depósitos arqueológicos por el hecho de que los habitantes prehispánicos dependían en gran medida de recipientes de variados tamaños y formas y para muchas aplicaciones en la vida diaria: transporte y almacenamiento del agua, cocción y servido de alimentos, e incluso, para uso ornamental y ritual.
Por ser de uso generalizado durante una buena parte de la época precolombina y por utilizarse en todos los contextos arqueológicos, la cerámica se constituyó en la principal vía utilizada por los arqueólogos para identificar tradiciones culturales en el espacio y observar cómo éstas cambiaron a través del tiempo.
En el caso de Costa Rica, se reconocen tres grandes regiones o tradiciones que empezaron a diferenciarse en el registro arqueológico a partir de aproximadamente 300 años antes de Cristo: Gran Nicoya, Región Central y Gran Chiriquí.
Producción de cerámica
La alfarería, que para Costa Rica se remonta a 2000 años antes de Cristo, permitió obtener recipientes resistentes y duraderos por medio del cocimiento del barro a altas temperatura y así obtener las propiedades de la piedra garantizando su preservación casi incondicional hasta nuestros días. Desde entonces, se pueden recuperar vasijas íntegras o fragmentos de ellas de los contextos arqueológicos.
La tecnología se desarrolló muy rápidamente de forma tal, que en poco tiempo se obtenían recipientes de mucha calidad e impecables acabados por lo que no es raro que, la cerámica de las primeras épocas sea, en general, más vistosa y de mayor calidad y no una progresión a la inversa.
Lo que sí evolucionó posteriormente fueron los procedimientos para dotar las superficies de más colores, es decir, la policromía, que permitiría, además, expresar diseños y motivos más diversos y complejo.
Estudio de la cerámica precolombina
Una de las formas más generalizadas de analizar la cerámica, para cada una de las regiones, es la de formular categorías que los arqueólogos llaman tipos cerámicos, los cuales pretenden inferir los rasgos más distintivos en tamaño, forma, decoración y manufactura que caracteriza a una vajilla determinada.
Al lograr fechar determinados tipos por la técnica de Carbono 14 (C14), éstos pueden organizarse cronológicamente obteniendo las llamadas secuencias cerámicas. La importancia de tales secuencias es que normalmente, proyectan los cambios sociales trascendentales que experimentaron los indígenas prehispánicos.
El potencial de la cerámica precolombina se ilustra en el análisis más especializado y que requiere de instrumentalización, por ejemplo, estudiar los procesos tecnológicos involucrados en su producción o para inferir la utilidad específica de cada vajilla. El estudio de la rica iconografía cerámica basada en representaciones realistas o abstractas de la vida animal o seres mitológicos no solo permite inferencias sobre la cosmología de los grupos indígenas, sino también, para desentrañar relaciones de poder y dominación y dilucidar interacciones a larga distancia entre poblaciones culturalmente distintas.
El Departamento de Antropología e Historia del Museo Nacional de Costa Rica administra un banco o base de datos que contiene miles de entradas sobre artefactos cerámicos recuperados de contextos arqueológicos, lo cual facilita, de manera más directa, acceder a información específica sobre su procedencia, dimensiones, tipología o algún otro dato característico. Esta base está sujeta a actualización conforme ingresan nuevas colecciones y conforme progresa el conocimiento la tipología, edad, uso y significado cultural de cada tipo cerámico.