Representaciones de fauna en dos piezas arqueológicas de Costa Rica
El estudio de la iconografía en la cerámica prehispánica —basado en las representaciones realistas de la fauna existente en un lugar— permite conocer cómo se desarrolló la interacción del ser humano con el ambiente que habitó.
Ofrece información sobre el tipo de animales presentes, las formas de aprovechamiento de los mismos, la dieta de los grupos humanos, entre otros aspectos. Además del rol de los animales dentro de la cultura de estos grupos, como expresión de sus creencias, mitos y rituales. Por ello, es posible evidenciar la presencia de la fauna tanto a nivel doméstico como ideológico, comercial o inclusive como expresión de estatus social (Becker 2004, Pellecer 2004).
Los elementos zoomorfos pueden formar parte de las decoraciones de la pieza o, en otros casos, el cuerpo del animal es la vasija misma. Cabe destacar el nivel de especialización logrado por los artesanos prehispánicos, sumado al conocimiento que tenían de las características de la fauna, que permitió plasmar de forma muy precisa, los múltiples rasgos de los animales. Lo cual posibilita su identificación a nivel de especies científicas (Igareta et al., 2017).
Ya sea que las representaciones de animales tengan formas simples o complejas, es común encontrarlas en contextos funerarios como parte de las ofrendas; de ahí, que se trate de piezas con un importante significado simbólico.
LOS ARTEFACTOS Y SU CONTEXTO
En este caso, se analizan dos piezas recuperadas del monumento arqueológico Alto Zanjón-2 (P-897 AZ-2), ubicado en Buenos Aires de Puntarenas. En los años 2013 y 2014 se desarrolló una investigación como parte del Proyecto Hidroeléctrico El Diquis (PHED) del Instituto Costarricense de Electricidad. En el proceso se excavaron varios monumentos funerarios y se recuperó gran cantidad de ofrendas dentro de las sepulturas.
Alto Zanjón-2 posee un área de 16 192,93 m2. Está conformado por dos sectores de cementerio. El más grande, llamado RC6(a-b), tenía un área de 416 m2. Se encontraron 125 enterramientos in situ, conformados por alineaciones con cantos de río y lajas; ubicados a una profundidad promedio de 60 cm. En todos se definió su fosa, como una mancha más oscura y composición suave. No se recuperaron restos óseos humanos (Sánchez 2014).
ARTEFACTO #75
La primera pieza es Artefacto#75, encontrada en el enterramiento#21.
Se trata de una efigie zoomorfa que representa el cuerpo completo de una tortuga, cuyos rasgos fueron resaltados utilizando pintura e incisos. La figurilla sostiene sobre su espalda una escudilla, que con su decoración imita los patrones del tipo Mora Policromo de la Región Arqueológica Gran Nicoya. Un aspecto que destacar es la decoración en el cuerpo del animal, que está desprovisto de su caparazón. Se trata de rombos y triángulos superpuestos con puntos internos realizados con pintura.
Con la colaboración de biólogos del PHED y, posteriormente, de especialistas de Fundazoo, se llevó a cabo la identificación de la especie que fue representada: es una Kinosternon Leucostomun, conocida como tortuga candado amarilla, muy abundante en la zona.
Entre las características que permitieron la identificación, destaca la representación fiel de la forma del cuerpo del animal, la forma de la boca, el tamaño de la pieza con respecto al tamaño real de dicha tortuga.
Tal y como se señaló antes, la pieza muestra una decoración muy particular en el cuerpo, que está formada por rombos y triángulos con puntos internos. Estos se muestran en la pieza como una idealización de ciertas manchas que pueden observarse en algunos sectores de la piel del animal; principalmente, alrededor de sus patas y cuello.
ARTEFACTO #79
El Artefacto #79 se encontró asociado a un enterramiento sumamente alterado como producto de las labores agrícolas desarrolladas en la finca. Se trata de un instrumento musical (ocarina) doble, pequeño. Es una pareja de aves (posiblemente el macho y la hembra) unidas en el cuello y cola, cuya terminación son los orificios para soplar.
Los rasgos de los animales están destacados con pintura. Muestran detalles como los ojos, alas y plumas hechos con líneas y puntos. También se observa una perforación que atraviesa los cuellos de las aves; posiblemente, para colgar la pieza.
Gracias a la colaboración de biólogos del PHED, se llevó a cabo la identificación de la especie de ave. Se trata del Poliocrania Exsul, conocido como hormiguero dorsicastaño o de lomo castaño.
Algunas de las características que posibilitaron la identificación fueron la manera en la que está destacado el aro ocular, las manchas ubicadas en las alas, su tamaño y que son animales que usualmente se encuentran en parejas. Todos estos aspectos se pueden observar en el Artefacto 79.
INTERPRETACIÓN DE LA EVIDENCIA
Según el texto de Pellecer (2004) y Ortiz (2014) la presencia de representaciones de tortugas en contextos rituales se debe a su asociación con el renacimiento (simbolizando el crecimiento del maíz). Además, de su relación con el agua que se vincula con la fertilidad y la vida, pero también con el inframundo y la muerte.
“Su caparazón simboliza la armonía… Se asocia al descenso ancestral, sabiduría ya que posee el secreto del renacimiento y a la fertilidad por la cantidad de huevos que ponen. Relacionada a la muerte y el inframundo, acezado por el mar. Como son animales domesticables, se consideran protectores del hogar…” (Ortiz 2014:144).
Un detalle interesante respecto al Artefacto #75 es la escudilla que carga la tortuga sobre su cuerpo. Como ya se mencionó, este imita un tipo cerámico muy característico de la zona de Guanacaste. Cabría preguntarse si se trata de una forma de ejemplificar el intercambio entre ambas regiones a partir de lazos comerciales entre el norte y el sur, o una manera de manifestar la apropiación de influencias de una zona sobre otra, al mezclar dos de los tipos cerámicos más característicos de ambas en una sola pieza.
Por su parte, la representación de las aves se asocia con el cielo o supramundo, dada su capacidad de posarse en los árboles (que pertenecen al ámbito de lo terrestre), pero también de volar. Esto último simboliza el viaje ascendente del espíritu humano al morir.
“…relacionadas a la libertad y alma inmortal humana, debido al vuelo de las aves, están en contacto con el cielo. [Consideradas] como mensajeros/ mediadores entre dioses y humanos… y ayudantes de los Chamanes en su “vuelo espiritual…” (Ortiz, 2014:142).
Las representaciones de estos dos animales dentro de contextos funerarios, indica que ambos poseían una gran importancia dentro de la cultura del grupo humano que habitó esta zona. Destaca su papel como medio de expresión de una forma de concebir y entender el mundo, su relación con la salud y la fertilidad, su uso como símbolo de la relación e intercambio con otras regiones o, incluso su papel como enlace entre la vida y la muerte, al tener la capacidad de transportar las almas ya sea a través del agua o del aire.