Para la recolección de los datos, el equipo de GPR lanza ondas de energía en forma de cono las cuales rebotan en los materiales que se encuentran en el subsuelo; dependiendo de las propiedades físicas y químicas que estos presenten, se generan distintas reflexiones de la energía hacia el radar (Conyers 1997:32). La energía que rebota es recuperada por el radar y se puede analizar la distancia y profundidad de los elementos enterrados. Los datos recuperados se presentan de manera gráfica en radargramas donde se ven los “perfiles” del transecto recorrido, y en mapas de amplitud, mostrando todos los datos en una imagen de la cuadrícula estudiada, lo anterior según su profundidad.
En Arqueología es posible detectar estructuras de diferentes clases como las funerarias o las habitacionales; pero también se pueden detectar cambios químicos y físicos en el suelo, como diferentes estratos (Conyers 2012:25). El GPR también tiene otros usos como la detección de elementos modernos tales como cableados o alcantarillados.
El equipo está compuesto por una antena de 400 MHz que es la que emite energía, una rueda que calcula la distancia en el recorrido y la unidad de control digital que se encarga de la recolección de los datos.
La forma óptima de recolección de los datos es ubicar una cuadrícula guía en el área que se quiere muestrear (Conyers 1997:25) lo que permite tener un mayor control de la toma de los datos y, en consecuencia, del procesamiento y análisis de los mismos. Los datos se deben tomar pasando el radar sobre transectos paralelos separados entre sí por distancias iguales, que se determinan de acuerdo al detalle requerido por la investigación (Conyers 1997; 2012). Es conveniente realizar la toma de datos en transectos separados de, al menos, 50 cm uno de otro.