Varias especies de conchas se usaron para confeccionar cuentas y sartales que se colocaban en el cuello, las muñecas o los tobillos. Además de crear un adorno que se llevaba todo el tiempo, también pudieron servir como cascabeles o sonajeros que, junto con las trompetas de caracol, eran importantes en ceremonias y eventos rituales.
Hasta la fecha, en el sitio Jícaro se ha encontrado un total de 2286 adornos corporales (cuentas, colgantes, etc.) elaborados en diversas conchas.
Fragmento de concha en proceso de corte para la confección de adornos corporales. Fotografía: Anayensy Herrera.
Cuentas tubulares en proceso de elaboración, aún sin la confección del agujero central. Fotografías: Anayensy Herrera.
Diferentes formas de cuentas y colgantes elaboradas a partir de conchas de Spondylus sp. Fotografías: Anayensy Herrera.
Muchos adornos corporales (n=667) se confeccionaron con conchas de Spondylus (Spondylus limbatus y Spondylus crassisquama). Ambas tienen colores llamativos con blanco-púrpura y naranja-rojizo. Muchos enterramientos en el sitio tenían individuos con brazaletes y tobilleras con cuentas de Spondylus. Otros ejemplares se encontraron dispersos en áreas de paso y de trabajo, incluyendo preformas (ejemplares de colgantes y cuentas que estaban en proceso de confección y fueron dejados antes de terminarlos), brindan luces sobre cómo era el proceso de manufactura.
Cuentas tubulares curvas confeccionadas con conchas de Spondylus sp.
Los adornos más frecuentes sobre esta especie de concha fueron las cuentas discoidales (forma de disco) y las tubulares (forma de tubo), pero también se encontraron cuentas con formas de gota, cúbica, triangular, triangular con anillos, yunque, eme y de cascabel. Algunas cuentas tubulares tienen formas cóncavas con un agujero central, lo cual demuestra la experticia de los artesanos en la confección de las mismas.
Aunque los restos de caracoles (Bulla gouldiana y Conus sp) fueron poco frecuentes en los muestreos realizados en Jícaro, las cuentas elaboradas a partir de esas conchas se encontraron asociadas a enterramientos de infantes y en áreas de trabajo. Los caracoles prácticamente no sufrieron mayores modificaciones y solo se les cortó el ápice para crear un pequeño agujero que facilitaba colgarlo en los sartales.
Cuentas de pequeños caracoles con agujeros en sus cuerpos para ensartar en un adorno corporal que acompañaba el entierro de un niño. Fotografía: Cariblanco Studio.
Así como ocurrió con Bulla gouldiana, conchas muy pequeñas de Oliva sp. aparecieron en baja proporción en los muestreos de concheros de Jícaro; sin embargo, más de 1500 cuentas elaboradas con este caracol estaban asociadas a seis enterramientos distintos. El estudio permitió definir dos tipos de cuentas: al primer tipo se le retiró el ápice y en su lugar quedó un agujero diminuto que facilitaba introducir un hilo para colgar; en el segundo caso, cuando los caracoles eran muy pequeños (1 cm), se les hizo un agujero o dos en el cuerpo, lo cual permitió ensartarlas en collares y otros adornos corporales.
Pequeños colgantes elaborados a partir de la concha de la ostra perlera y cuentas hechas de caracoles de Oliva sp. Fotografías: Juan Carlos Calleja.
La forma, brillo y colorido tornasol de la ostra perlera llamó la atención para elaborar adornos. Además, la búsqueda de perlas debió ser un aliciente importante para su explotación. Cuentas y pequeños colgantes elaborados de conchas de esta especie se encontraron asociados al entierro de un individuo infantil. Su disposición y orden sugiere que formaban parte de un collar que el infante llevaba en el cuello al momento de su entierro. Las cuentas fueron recortadas para darle una forma que hemos identificado como figuras aladas, pues se hicieron dos agujeros para colgar que dan la impresión de ojos y extremidades abiertas. Su forma recuerda algunos colgantes de oro.
Colgante con dos agujeros perforados y decoraciones entresacadas en los bordes, elaborado a partir de concha no identificada. Fotografía: Anayensy Herrera.
Otro objeto interesante elaborado a partir de una concha, cuya especie no logró identificarse, pero que podría corresponder con Spondylus, fue una nariguera, un adorno que ciertos individuos lucían colocado en una perforación del tabique nasal.
Nariguera elaborada de concha encontrada cerca del cráneo de la mujer del entierro 133 en Jícaro. Fotografía: Cariblanco Studio.
También fue frecuente el hallazgo de valvas de variadas especies a las cuales se les hicieron agujeros en sus cuerpos. Estas se encontraron en concheros y en contextos funerarios colocadas como ofrendas. Es posible que estas conchas estuvieran ensartadas con otros adornos que se usaron en collares, pulseras y tobilleras y a la vez producían un ruido característico cuando se golpeaban una con otra. En la mayor parte de los casos solo se les hizo un agujero, pero varios ejemplares, especialmente de almejas de la especie Argopecten; tenían dos agujeros uno junto al otro alineados para mantener una posición proporcional centrada con el ancho de la concha. Conchas de variadas especies se usaron para este fin, tales como ostras perleras, almejas rosadas, ostiones (Undulostrea megodon), ostión catana, almejas (Argopecten ventricosus, Glycymeris gigantea, Nodipecten subnodosus, Spondylus crassisquama) y pianguas.
Valvas con agujeros de las especies Spondylus crassisquama, Argopecten ventricosus y Pinctada mazatlanica. Fotografías: Anayensy Herrera y Felipe Solís.
La concha suplió o complementó a otras materias primas en la elaboración de herramientas de trabajo y adornos corporales, además es posible que algunas conchas tuvieran un valor de cambio, pues junto con carne seca de moluscos y pescados, sal, caracol de múrice y otros productos marinos que solo se obtenían en la zona costera, pudieron ser un bien sujeto de intercambio o comercio, tal y como lo indican las fuentes escritas españolas del siglo XVI.