EL COYOTE, EL AULLIDO DEL PÁRAMO
EL CONQUISTADOR DE LOS ESPACIOS ABIERTOS
Sentarse o caminar en la majestuosidad del Valle de los Conejos en el Parque Nacional Chirripó es una experiencia relajante: ahí hay una vegetación y paisaje distintos a otros lugares de Costa Rica. Aunque parece que la soledad es tu única compañía, de pronto aullidos lejanos, agudos y hasta misteriosos se escuchan.
Nadie está solo en el páramo, hay insectos volando, las aves se dejan ver y oír. Entre las rocas vemos movimientos rápidos de lagartijas y se escucha ese inconfundible aullido de uno de los más adaptables habitantes del páramo: el coyote (Canis latrans). No siempre se deja ver, pero sus huellas y heces son más fáciles de encontrar.
El coyote es un mamífero parecido a un perro o un lobo. Puede llegar aproximadamente al tamaño de un pastor alemán, aunque es más esbelto. Su pelaje es de un color pardo a canela, algunas partes de su cuerpo son más claras que otras. Es un animal muy adaptable, se extiende con facilidad por los espacios abiertos y, así, ha aumentado su área de distribución por zonas donde antes no se veía. Esto, en parte, se debe a la creciente deforestación humana. Habita tanto sabanas y bosques secos ubicados en el caluroso Guanacaste; también en charrales, zonas cerca de las ciudades, así como en el frío páramo donde escuchamos su aullido. Habita en gran parte de América desde Canadá hasta Panamá y, al parecer, podría llegar a Colombia.
LEGADO AZTECA
Coyote es un nombre muy conocido, pero, además, viene desde tiempos atrás. Coyote se deriva del náhuatl coyotl, y significaría “perro aullador”. Otro nombre que se le aplica menos es “lobo de las praderas”. A los humanos que se encargan de hacer trámites, por ejemplo, a los emigrantes sin documentación en regla, a cambio de dinero, se les llama “coyotes”, pero no se lo merecen, pues “coyote” es una herencia cultural de nuestros ancestros referida a una singular especie.
Coyote se deriva del náhuatl coyotl, y significaría “perro aullador”.
UN VIEJO MORADOR
Las crónicas de antiguos viajeros por Costa Rica ya mencionan su presencia en el noroeste de Costa Rica en el siglo XVI.
Aunque la deforestación y los espacios abiertos han propiciado su avance hacia el sur del continente, también sabemos que su presencia en Costa Rica es mucho más antigua de lo que suponemos. Se conoce una mandíbula fósil de esta especie encontrada en el sitio Nacaome (Guanacaste) que data del pleistoceno (primera época del período cuaternario, que data de hace dos millones de años hasta hace diez mil años).
Mucho tiempo después, las crónicas de antiguos viajeros por Costa Rica ya mencionan su presencia en el noroeste del país en el siglo XVI, lo que demuestra que el coyote es un antiguo habitante en territorio nacional y ha sido parte de nuestra fauna nativa desde hace mucho.
CAZADOR Y ALGO MÁS
Otro aspecto del coyote es su gran habilidad para cazar y la amplia variedad de recursos de los que se alimenta. Aspectos que, unidos a su adaptación a ocupar espacios abiertos, han ayudado a la expansión de la especie por territorios donde antes no estaba. Entre sus presas hay mamíferos de tamaño variado como venados principalmente jóvenes o enfermos, conejos y ratones. Además, aves, reptiles como lagartijas, invertebrados y carroña. En los páramos su principal presa parece ser el conejo de monte y pequeños roedores, pero también se registran en su dieta aves, carroña y frutos. Sí, frutos, el coyote se ha visto comiendo algunos frutos de plantas del páramo que, incluso, podría ayudar a su propagación, ya sea defecando las semillas lejos de allí o cuando los frutos se adhieren al pelaje.
De ese modo, el coyote, además de cazador, podría ser un dispersor de semillas aliado de las plantas. Entre estas plantas están los arrayanes Pernettya prostrata y Vaccinium consanguineum, el denominado madroño Comarostaphilis arbutoides y moras Rubus sp.
ALGUNAS PALABRAS SOBRE SER UN COYOTE
Se pueden encontrar individuos viviendo en forma solitaria, parejas o grupos de varios coyotes, raramente más de ocho individuos. Se pueden mover con rapidez, pues un coyote podría alcanzar velocidades de alrededor de 60-65 kilómetros por hora. Suelen ser principalmente crepusculares y nocturnos, pero pueden estar activos en otros periodos del día también. El período de gestación suele ser de unos 60-65 días. Las camadas pueden ser variables, entre dos y doce cachorros; lo más frecuente es que sean cuatro y seis y nacen en madrigueras en la tierra.
Una de sus características es el típico aullido, que llamaría la atención tanto del turista o el naturalista como del poeta. Estos pueden ser escuchados a varios kilómetros de distancia. Existe la creencia que aúllan a la luna, pero la función del aullido es más que eso. Según investigadores, algunas vocalizaciones son para indicar territorio a otros coyotes, indicar la posición de un individuo lejos de la jauría o, incluso, estados de ánimo de los individuos.
¿PELIGROSOS?
Su parecido con el lobo y sus aullidos despiertan temor en las personas. En América del Norte se han dado algunos ataques serios a humanos por parte de coyotes, pero en Costa Rica esto no ha sido registrado —haciendo referencia a casos documentados, no a anécdotas de camino—. Únicamente se ha reportado un caso de comportamiento agresivo hacia humanos, sin llegar al ataque; posiblemente, fue por cercanía a madriguera. En zonas urbanas podrían ser ciertos algunos casos de conducta agresiva, o bien, simple curiosidad que ha sido mal interpretada. En general serán tímidos o curiosos; sin embargo, pueden atacar mascotas como perros pequeños y, tal vez, haya individuos más atrevidos que otros.
En un encuentro con coyote no salga corriendo, solo aléjese lentamente sin dar la espalda. Recuerde que el coyote es parte de nuestra fauna.
Recuerde que el coyote no es un intruso y tiene miles de años con nosotros. Todos tenemos derecho a vivir y convivir en este pedacito de tierra.
¿QUÉ HACER EN UN ENCUENTRO CON UN COYOTE?
- No salir corriendo, solo aléjese lentamente sin dar la espalda.
- Si anda con niños o perros pequeños, subirlos a un lugar alto.
- Tratar de verse más grande; por ejemplo, poniendo en alto algún objeto como una mochila, subiendo brazos, subiéndose algún sitio más alto o hasta haciendo sonidos fuertes con la voz o algún objeto.
- Si por algún raro motivo llegara a darse un ataque, lanzar algún objeto y elevar la voz.